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Una Razón para Tener Esperanza en medio del Terrorismo

Una Razón para Tener Esperanza en Medio del Terrorismo

Esperanza¿Sabías que los Estados Unidos de América han estado, por largo tiempo, consagrados a la Bienaventurada Madre para su protección? Desde el principio, ella ha sido parte de nuestra herencia nacional. “Santa María” era el nombre de la carabela de Colón. Y, aunque la colonia de Lord Baltimore (Maryland) fue nombrada en honor de la esposa del Rey Carlos I de Inglaterra, los colonos tenían en mente a la Madre Bendita cuando dieron nombre al primer asentamiento, Ciudad de Santa María sobre el Río Santa María. El nombre original para la cercana Chesapeake Bay era “La Bahía de la Madre de Dios.”

La basílica católica nacional, ubicada en Baltimore, no lejos de Washington D.C., fue nombrada en honor a la Asunción de María y, cuando fue construida la catedral cercana, a mediados del siglo 20, se la nombró en honor a su reinado (María Nuestra Reina)

Por “casualidad” la celebración del Reinado de María en la Iglesia, es el mismo día en que los terroristas islámicos celebran el comienzo de la misión de Mahoma (Agosto 22). Ellos creen que este es el día en que comenzó el poder de Mahoma para crear una nueva sociedad, lo cual justifica sus atentados violentos para conquistar el mundo. Este es el mismo día en que reconocemos que María es Reina de toda la raza humana porque ella es la madre de Jesús, el Príncipe de la Paz.

El sábado siguiente al que los terroristas atacaron América, mientras llorábamos las muertes de personas inocentes, “sucedió” que era, en la Iglesia, la fiesta de María como “Nuestra Señora de los Dolores.” A la luz de todo esto, lee Lucas 7, 11-17 como un mensaje de esperanza. Observa a “la madre viuda” como a María y a su hijo muerto como Jesús. Este incidente estaba anticipando (una promesa) la resurrección de Cristo.

Ahora lee Lucas 7, 11-17 otra vez y mira al hijo muerto como a cualquiera que ha sido atacado, herido o abusado (crucificado) mientras está bajo el cuidado de María, incluyendo — especialmente — a los EE.UU en lo referente al terrorismo. ¡“Dios ha visitado a Su pueblo” SERÁ “el informe que se difunda” sobre los eventos trágicos de esa semana! Aferrémonos a esta promesa. Podemos usarla para reemplazar nuestros temores, desesperación, ira y sentimientos de venganza con el don de la esperanza de Dios.

Inmediatamente después de ese martes terrible, hubo una corrida de personas comprando libros sobre las predicciones de Nostradamus – volvámonos, en cambio, a este don de esperanza y seamos testigos de las promesas de Dios para los demás. Resurgió, también, en los cristianos la pregunta acerca de si esto sería el comienzo de “El Final” y en los cristianos católicos si esto sería parte de “El Castigo”. Si miramos en profundidad, descubriremos que esa forma de pensar está enraizada en la revancha (no la justicia); queremos que Dios castigue a los malvados, esperamos que Dios castigue a América por sus abortos, por sacar la oración de las escuelas públicas y por otros pecados sociales.

Este es un buen tiempo para recordar que el mal produce mal y el bien produce bien y que Dios es, por Su infinita bondad, un redentor, no un castigador. Nos hacemos vulnerables al mal por las elecciones que hacemos y, así, nos castigamos a nosotros mismos, pero Dios está siempre de nuestro lado ayudándonos a pesar de nuestros pecados. Incluso cuando no lo pedimos ¡Él está ayudándonos! ¡Qué misericordioso es! ¡Lo es! Por supuesto, no siempre aceptamos su ayuda, pero eso no le detiene para hacernos más bien del que somos conscientes. ¡Él es la bondad en sí mismo! ¡No puede no ser bueno con cada persona que haya vivido!

Este es, también, un buen tiempo para consagrarnos nuevamente y a toda la raza humana al corazón inmaculado, amoroso y maternal de María, Nuestra Reina.

La bondad de Dios es la base de la esperanza. La esperanza no es un pensamiento de buenos deseos. La esperanza es fe en las promesas de Dios. Crezcamos en fortaleza en nuestra esperanza hoy y evangelicemos esta esperanza en los demás, a través de la fuerza que nos da Dios.

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© 2006 por Terry A. Modica


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